Hace poco escuché en la radio una entrevista a Paula Farias. Ella es médico, cooperante de Médicos sin Fronteras y escritora. Es la autora de la novela “Dejarse llover” (Editorial Suma de Letras), en la que está inspirada la última película de Fernando León de Aranoa “Un día perfecto”. Me encantó escucharla, no solo porque era interesante lo que decía sino también porque en muchos aspectos me sentía identificada con ella, por su doble vinculación con la cooperación y la literatura.
En un momento de la charla, el periodista le preguntó si se sentía más identificada con alguna de sus tres profesiones. Y ella, sin dudarlo, contestó que con la de escritora porque “es la que más me conecta con la realidad”, dijo. También explicó que sus padres eran escritores y que ella había crecido con el sonido de la Olivetti en casa.
Al margen de su vinculación familiar con la literatura, me sorprendió mucho no solo la respuesta sino también la contundencia con la que lo dijo. De una mujer que lleva años trabajando en terreno, en crisis humanitarias y además en contacto directo con los heridos y enfermos, me llamó especialmente la atención su respuesta.
Pero después me quedé pensando que quizá no era tan sorprendente que con la escritura se sintiera más conectada con la realidad que con su profesión de médico cooperante. Y estuve pensando sobre el poder que tiene la literatura, y en general el arte, para conectarnos con nosotros mismos y hacernos sentir más plenos. Y es que al fin y al cabo la literatura, el arte, toca fibras humanas a las que no llega ninguna otra actividad ni profesión.
La literatura te permite adentrarte en los sentimientos y las contradicciones humanas, te permite explorarlos, mostrarlos, expresarlos. La literatura aparentemente te saca de la realidad y te lleva por otros mundos. Pero en este viaje en el que te sumerges como escritor (o como lector) es donde encuentras claves para entender comportamientos o aspectos de la realidad que no comprendías, o fijarte en otros en los que no habías reparado.
Además la literatura es una actividad pausada, que se toma su tiempo, que necesita tranquilidad. Como dice Julio Llamazares “la literatura se hace a fuego lento, no en el microondas”. Y por eso cala.
Esto es lo que pensé después de escuchar la entrevista. Es posible que más adelante se me ocurran más reflexiones sobre este tema. Si a vosotros os ha sugerido algua idea, decidla. ¡Me encantará que lo comentemos!