En voz alta

Cuento cuentos, escribo y pienso, aunque no siempre lo hago en este orden.

Lo que sabía mi loro

3 comentarios

loquesabiared“Lo que sabía mi loro” es uno de esos libros que conservo desde que era pequeña. Uno de esos libros que recuerdas ha estado contigo desde que tienes uso de razón. De niña lo leía, jugábamos con él y lo cantábamos. Fue un libro fundamental en mi infancia. Después, durante la adolescencia y la juventud ha estado olvidado en la estantería hasta que, años después, cuando empecé a contar cuentos para niños me acordé de él y lo recuperé.

 

El libro es una recopilación de adivinanzas, trabalenguas, retahílas, aleluyas y otras poesías y canciones del folklore. Las ilustraciones son de su autor, José Moreno Villa, inconfundibles, muy personales, con un estilo sencillo e ingénuo, pero una gran capacidad de evocación y un toque non-sense, que hace que complementen muy bien con el texto al que acompañan. Solo hay que ver al loro de la portada, con sombrero de copa y paraguas negro, que mira al lector con cariño pero también con un cierto aire presumido y de persona importante.

Ya cuando era pequeña me parecía un libro viejo, antiguo. Pero eso nunca ha sido ningún problema para que lo disfrutara. Eso sí, lo recuerdo más como pasatiempo o juego que como libro de lectura.

Una de las páginas que más me gustaba era la del abecedario. Me encantaba ver las formas de las letras como dibujos de las cosas más variadas: la R, un hombre caminando; la P, una corneta; la C, una oreja. También las adivinanzas que, aunque ya me las sabía, las leía una y otra vez. Y, por supuesto, recuerdo mucho de este libro las canciones que cantábamos, con mi madre sentada al piano, Antón Pirulero, Bartolo tenía una flauta, De los cuatro muleros, Mambrú se fue a la guerra, Cu-cú cantaba la rana…

Desde siempre me ha llamado la atención que el libro tuviera la letra manuscrita, del propio Moreno Villa, algo que solo lo he visto en “Lo que sabía mi loro”. Creo que esto hace que el libro resulte muy cercano. Da la sensación de ser algo que alguien ha hecho especialmente para ti, con pocos recursos (pinturas y hojas de papel) pero con mucho cariño. Tiene esa riqueza de ser un libro pobre, en el que percibes el amor que el autor puso al realizarlo, pensando en su hijo. Se trata, además, de una obra hecha durante su exilio en México y con la que quizá buscaba acercar a su niño la poesía popular española.

En el prólogo, que leo ahora porque de pequeña obviamente no le presté la más mínima atención, Luis Izquierdo dice: “Es un libro-puente para que cada lector enlace con su propia infancia y con sus hijos o con otros niños”. Y efectivamente eso fue y está siendo para mí, un libro que mis padres me mostraron, con el que disfrutamos juntos, y un libro que ahora utilizo como fuente de poesías, retahílas, adivinanzas y trabalenguas que cuento a los niños y niñas.

Como veis, en la imagen que acompaña a este texto he puesto la fotografía de mi libro, viejo y con unas pegatinas en la cubierta que en algún momento mi hermana o yo pegaríamos. Está tan vinculado a mi infancia que cuando veo ejemplares nuevos en las librerías, con las tapas y el lomo a estrenar, siento que ese es un libro distinto. Incluso a veces lo abro solo para comprobar si es igual al que yo tengo. Y es igual pero no es el mismo. Tan nuevito no lo siento como propio, no me transmite ni la mitad de sensaciones que el mío, con su lomo roto, los trozos de celo y sus pegatinas en la portada.

Sin duda “Lo que sabía mi loro” es un libro que me ha influido como lectora, escritora y contadora. Es una de las joyas de mi biblioteca, no solo por su valor artístico sino por lo que hemos vivido juntos…y lo que nos queda.

3 pensamientos en “Lo que sabía mi loro

  1. Reblogueó esto en · · · Jilgueros y Golondrinas · · ·y comentado:
    A propósito del último post!

  2. Gracias por tomarte el tiempo para describirlo. Tus palabras se entrelazan como mis pensamientos con respecto a ese libro, que ya ha pasado por tres generaciones. Además de páginas, dibujos, y palabras, este libro tiene recuerdos de muchos momentos felices en mi familia. Es un tesoro.

    • Qué emocionante lo que cuentas. Hemos vivido una historia muy similar con este libro. Me alegra comprobar que hay libros que forman parte de la vida cotidiana de muchas personas y que van mucho más allá de los textos e ilustraciones que contienen. Gracias por compartirlo.

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