Desde hace tiempo quiero escribir un texto sobre “El cielo de Madrid” (Julio LLamazares, 2005), pero no sé por dónde empezar. Pocas novelas me han emocionado tanto. Es de esos libros que lees en el momento adecuado y lo vives de una manera especial. Sientes que está contando tu historia y que el escritor la ha escrito para ti.
La leí hace unos años (gracias, Miguel, por hablarme de ella) pero la he releído varias veces. Y de vez en cuando, me acuerdo de ella, como me pasa últimamente, y vuelvo sobre algunos pasajes.
En estos días me estoy acordando del final, que me emocionó mucho la primera vez, y ahora me sigue emocionando pero de una manera diferente y por otros motivos.
La novela cuenta la historia de un pintor y de sus amigos que vienen a Madrid esperando encontrar aquí su cielo, buscando el éxito y la plenitud.
Es una historia muy cotidiana, en la que no hay grandes hazañas, que narra lo que podría ser la vida de muchas personas anónimas de Madrid, o de cualquier otra ciudad. Habla de las desilusiones entre lo que una persona busca y lo que encuentra, de cómo los sueños desaparecen o se transforman, de cómo la vida va cambiando y las personas también pero no llegas a ser consciente de esos cambios hasta que ya se han producido.
Para mí la novela, entre otras muchas cosas, es una reflexión sobre el lugar en el que habitas y cómo este entorno influye en tu vida y, de alguna manera, en tu personalidad y en tu forma de ser. Este libro me hizo ver la ciudad en la que he pasado casi toda mi vida, Madrid, de otra manera. Y me hizo descubrir algo en lo que yo nunca había reparado y es que tanto Madrid como mi barrio, Tetuán, eran más importantes para mí de lo que yo me habría imaginado. Yo siempre la había percibido como una ciudad sin alma, muy utilitarista y práctica. Y la novela me llevó a darme cuenta de que Madrid y mi barrio no eran utilitaristas ni prácticos. Y desde luego tenían mucha alma. Un alma que yo había respirado y que forma parte de lo que soy, pero no era consciente de ello.
Esto me inspiró para preparar un espectáculo de cuentos sobre Madrid, sobre mi experiencia de Madrid. En la contada no cito a Julio Llamazares ni muchísimo menos narro ningún pasaje de la novela, pero ha sido la inspiradora y está en el germen de la contada.
Por otro lado, la novela plantea muchas reflexiones sobre el arte, ya que el protagonista pone de manifiesto sus miedos, dudas, los momentos de plenitud en los que su relación con la pintura es positiva y fructífera, sus crisis artísticas, etc. Sus reflexiones se pueden aplicar a cualquier actividad artística y por supuesto al arte de contar cuentos. También en todo ello me vi muy reflejada.
Algunas de estas reflexiones sí están referidas a la literatura de manera directa. Por ejemplo, en un momento el protagonista recuerda aun amigo suyo le decía que “la literatura era una actividad en la que había que dominar todas las herramientas del oficio, pero sin olvidar nunca que no lo era”. Es un planteamiento que yo comparto totalmente y de alguna manera yo lo vivía así, pero no era capaz de expresarlo. Y de repente me lo encontré escrito de esta manera tan clara.
Podría llenar este texto de citas de la novela porque tengo muchas frases subrayadas bien porque me identifico con ellas, me resultan sugerentes o sencillamente porque me parecen muy bellas. No lo voy a hacer porque para eso está la novela y ya cada cual elegirá sus propias frases.
Después de El cielo de Madrid me leí el resto de la obra de Llamazares, y descubrí a un autor sincero, cercano, sin pretensiones. Quizá por eso siento que él escribe para mí, aunque estoy segura de que esto mismo lo sentirán muchos de sus lectores.