A principios de este mes conocíamos la triste noticia del fallecimiento de Tim Bowley. Su voz, esa voz inconfundible profunda y dulce, con un precioso acento inglés, se extinguía para siempre. No así sus cuentos que seguirán caminando por el mundo, como semillas al viento.
Todavía con la conmoción que me ha producido su muerte, escribo este texto para agradecerle todo lo que aprendí con él. Tim fue un maestro para mí, igual que para otros compañeros narradores también lo fue.
Cuando yo estaba comenzando en esto de contar cuentos, tuve la oportunidad de hacer un taller con él, que supuso para mí un punto de inflexión. Por supuesto, le escuché contar muchísimas veces, sobre todo en Libertad 8 y en Guadalajara y además de disfrutar con él, y con Casilda Regueiro y después Charo Pita, siempre conseguían moverme algo por dentro.
Él me ayudó a reflexionar sobre este arte, sobre el significado profundo de los cuentos tradicionales, sobre su poderosa simbología. Y también a descubrir muchos de los planteamientos fundamentales que hoy forman parte de mi yo narradora.
Todavía conservo las notas que tomé en aquel taller y durante todos estos años continuamente he vuelto a ellas para releerlas, repensarlas, revivirlas. Él decía que las historias hay que contarlas muchas veces porque al principio solo las tienes en tu cabeza y a medida que vas contándolas van ocupando todo tu cuerpo. Eso mismo me ha pasado con las reflexiones y frases que apunté del taller de Tim. Al principio, solo estaban racionalmente en mi cabeza y después de todos estos años han ido habitando todo mi cuerpo, mi manera de entender y vivir este arte. Y hoy puedo decir que forman parte de mi, que las he hecho mías.
Él también decía que «los cuentos son como buenos amigos», a los que debemos respetar y querer como son, que no debemos imponerles nada ni intentar cambiarlos. Por eso los cuentos no necesitan mucho artificio, basta con transmitir sus elementos esenciales.
Y con él también descubrí que al contar “todos, el que cuenta y quienes escuchan, viajan juntos”. Esta frase a menudo la recuerdo antes de cada función.
Gracias por tanto, Maestro. Nunca te olvidaremos.
Todo es para bien.
3 julio, 2017 en 8:26 am
Gracias Marta por compartirnos tu bello testimonio y hacernos conocer más sobre Tim y su sabiduría.
Que en paz descanse el maestro.
Abrazos amiga.
7 julio, 2017 en 12:29 pm
un abrazo muy fuerte a ti también, amigo