A principios de este mes conocíamos la triste noticia del fallecimiento de Tim Bowley. Su voz, esa voz inconfundible profunda y dulce, con un precioso acento inglés, se extinguía para siempre. No así sus cuentos que seguirán caminando por el mundo, como semillas al viento.
Todavía con la conmoción que me ha producido su muerte, escribo este texto para agradecerle todo lo que aprendí con él. Tim fue un maestro para mí, igual que para otros compañeros narradores también lo fue. Sigue leyendo