Al lado del camino,
encontré una guayaba,
me comí la mitad,
guardé lo que sobraba.
Y al abrir la mochila
de nuevo ahí estaba
enterita y redonda
mi querida guayaba,
me comí la mitad,
guardé lo que sobraba.
Y al abrir la mochila…
Al lado del camino,
encontré una guayaba,
me comí la mitad,
guardé lo que sobraba.
Y al abrir la mochila
de nuevo ahí estaba
enterita y redonda
mi querida guayaba,
me comí la mitad,
guardé lo que sobraba.
Y al abrir la mochila…
Aquí está el primero de mi serie de «Cuentos de nunca acabar». A medida que los vaya escribiendo, los publicaré por aquí (agrupados en su categoría).
Este es el cuento de la sardina
que nada en el río,
nada, nada, nada
y no se termina.
Este es el cuento del delfín
que va por el mar,
nada, nada, nada
y no tiene fin.
Me he planteado un reto que consiste en escribir y publicar en este espacio cuentos de nunca acabar, al menos, uno cada mes. Como se puede ver ya en la cabecera del blog, es un tipo de creación literaria que me gusta mucho leer, escribir y contar.
Sigue leyendo →Después de leer Biblioteca pública, de Ali Smith (editorial Nórdica) me he puesto a pensar en mi relación con las bibliotecas. Desde mi adolescencia, son lugares en los que he pasado mucho tiempo, donde yo he estado muy presente y, a la vez, ellas han estado muy presentes en mi vida.
Sigue leyendo →Después de un tiempo ocupada en otros quehaceres, por fin puedo volver a este espacio propio, a este espacio de libertad.
Da gusto saber que sigue aquí, paciente, sin exigencias, sin ataduras, con ganas de volver a llenarse de pensamientos sinceros y libres.
Llevo un tiempo escribiendo limericks, un género de poesía del absurdo que popularizó Edward Lear en el siglo XIX. He escrito tantos que estoy preparando un libro. Me divierte mucho escribirlos porque es como un juego. Crearlos es jugar con las palabras, el ritmo, la rima, los personajes, las imágenes generan y los conceptos que plantean. Pero mi mente racional, fruto de esta sociedad y cultura materialista, utilitarista y práctica no deja de preguntarse: ¿por qué estoy haciendo un libro de poesías absurdas? Sigue leyendo →
Cuando voy a contar, uno de los momentos que disfruto especialmente es el trayecto desde mi casa hasta la biblioteca, librería o el espacio en el que se desarrollará la función. Yo no tengo coche, así que me desplazo en transporte público.
Como suelo llevar la maleta o bolsa en la que guardo la ropa y los cuentos y montajes que utilizo en las sesiones, el trayecto lo vivo como un viaje. Y el Metro o la Renfe son para mí diferentes a cuando los utilizo para moverme con cualquier otro propósito. Sigue leyendo →
La poesía nos acompaña desde el principio, nos recibe al nacer, nos acuna con sus nanas, nos entretiene con sus retahílas y rimas, juega con nosotros y nos ayuda a comunicarnos con nuestra familia y personas cercanas cuando todavía no sabemos hablar. Con ella entendemos el mundo en esos primeros años ya que nos lo muestra de la misma manera: a través de imágenes y emociones inconexas y breves.
Dice Luis Landero en las primeras líneas de El huerto de Emerson: “Cuando uno no sabe qué escribir, cuando la imaginación flaquea, cuando el alma se apaga y se embrutecen los sentidos, y cuando aun así uno siente la necesidad de escribir, siempre queda la posibilidad de abandonarse a los recuerdos. En nuestro pasado está todo cuanto necesitamos para encender el fuego de la inspiración”. Esta sugerente frase es sólo un aperitivo de lo que viene después, una novela excepcional sobre la memoria y la necesidad de contar y escuchar historias.
Leyéndola me acordé de El cuento (de Sapo y Sepo son amigos) en el que Sepo, preocupado porque ve a su amigo Sapo “más verde de lo normal” le recomienda meterse en la cama mientras trata de contarle un cuento. Pero a Sepo no se le ocurre ninguno. Sigue leyendo →
Pues sí, resulta que mi cuento La gallina Simona ha sido el ganador del XXI Concurso de Cuentos Ciudad de Marbella, en la categoría de infantil. Este sábado 12 de marzo de 2022 ha sido la entrega de premios y allá hemos ido la gallina y yo. Ella cacareando, muy feliz, y poniendo castañas como loca. Yo muy ilusionada y algo nerviosa también.
La gallina Simona me viene acompañando desde hace mucho tiempo. Es uno de mis cuentos más queridos. Le tengo mucho cariño a este personaje porque es un ser diferente, que no responde a lo que la sociedad espera de ella, que no resulta productiva porque pone castañas en lugar de huevos.