Creo en Rodari,
autor todopoderoso
innovador del juego y la palabra.
Creo en la Gramática de la Fantasía,
su obra maestra, nuestra inspiración,
que fue concebida por obra y gracia del Espíritu Libre.
Nació de padres panaderos
escribió bajo el poder del barón Lamberto,
fue escuchado, leído y admirado.
Sufrió la opresión y la guerra,
al tercer día resucitó en la escuela.
Subió a los cielos
y está sentado a la izquierda de Andersen, padre de la literatura inmortal.
Desde allí va a venir a jugar con niños y maestros.
Creo en la poesía transformadora,
la pregunta abierta,
el santo binomio fantástico,
la revolución de la risa,
los cuentos escritos a máquina,
y la creatividad eterna. Amén.