Cuando voy a contar, uno de los momentos que disfruto especialmente es el trayecto desde mi casa hasta la biblioteca, librería o el espacio en el que se desarrollará la función. Yo no tengo coche, así que me desplazo en transporte público.
Como suelo llevar la maleta o bolsa en la que guardo la ropa y los cuentos y montajes que utilizo en las sesiones, el trayecto lo vivo como un viaje. Y el Metro o la Renfe son para mí diferentes a cuando los utilizo para moverme con cualquier otro propósito. Sigue leyendo





